La segunda lectura (Fil 2,6-11) es un himno poético probablemente de origen litúrgico. Aunque son posibles otros análisis, parece preferible dividirlo básicamente en dos estrofas: (I) 2,6-8: humillación de Cristo y (II) 2,9-11: exaltación de Cristo. La pascua de Cristo es presentada de forma nueva y original, a través de un movimiento ascensional que va desde la humillación hasta la exaltación. El himno nos permite contemplar el doble rostro de la pascua, hecho de dolor y de gloria, de humillación y de salvación.

El misterio de la pasión-muerte de Jesús es aniquilamiento, "condición de esclavo", ocultamiento de Dios: el Cristo, siendo de "condición divina" (Fil 2,6), "tomó la condición de esclavo y se hizo semejante a los hombres" (Fil 2,7; cf. 2 Cor 8,9). Su humillación llega hasta el extremo cuando "se hace obediente hasta la muerte y una muerte de cruz" (Fil 2,8). La muerte en la cruz, en efecto, es la expresión suprema de la humillación en el mundo romano: es muerte propia de esclavos y de extranjeros. Contemporáneamente la pasión-muerte de Jesús es riesgo positivo, triunfo, resurrección y glorificación, salvación plena y "nombre divino": la segunda estrofa del himno pone de manifiesto que la exaltación es la respuesta de Dios a la humillación libremente aceptada por Cristo obediente hasta el final (2,9: "por eso Dios lo exaltó"). Dios exalta a su Cristo (cf. Jn 3,14; 8,28; 12,32; Hch 2,33; 5,31), a través de la acción simbólica de la concesión de un nombre, no de un nombre personal (Jesús) que ya tenía en su humillación, sino de un "título" que expresa la nueva condición de Cristo glorificado por encima de todos los seres. La concesión de ese título no se realiza en la intimidad de Dios sino en público y tiene como objetivo que Jesús sea reconocido como el Señor, el Kyrios, que expresa su gloria y su soberanía divina. La obediencia del Mesías Jesús, vivida con absoluta libertad, es el camino del hombre nuevo.

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