Jesús entra hoy en la ciudad santa, en medio de la muchedumbre, entre los gritos y las expectativas mesiánicas de los peregrinos que estaban en Jerusalén para la pascua. Quien cabalga sobre el borrico, cumpliendo las antiguas profecías (Zac9,9), rodeado por el pueblo que le rinde homenaje y lo aclama, es el rey mesiánico, el rey de la paz.

Quizás muchos todavía esperan un triunfo mesiánico fundado en el poder político o religioso y exteriormente vistoso. Estos todavían no han comprendido a Jesús de Nazaret y su misión. El anuncia y hace presente el reino de Dios, el reino de la justicia y la misericordia, del amor sacrificado y de la entrega sin límites.

 

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