El edificio espiritual

(1 Pedro 2,4-9)

 

  Este texto hace alusión a la estructura de la Iglesia que ha nacido de la resurrección de Jesús. Es definida como "edificio espiritual", en el cual, a través de un "sacerdocio santo", se ofrecen "sacrificios espirituales aceptos a Dios por mediación de Jesucristo" (2,5).

En este templo espiritual que es la Iglesia, hay un sólo fundamento que mantiene sólida y compacta toda la construcción: Cristo resucitado. El es, en efecto, "la piedra elegida, fundamental, preciosa; quien crea en ella no quedará defraudado" (v. 6). Sobre esta "piedra" se va construyendo día a día el pueblo de Dios, compuesto también a su vez de "piedras vivas", que hacen que este templo sea vivo y sea cuerpo de Cristo. Los cristianos, como piedras vivientes, ofrecen a Dios por la acción del Espíritu sus propias vidas como sacrificio espiritual. La vida de cada cristiano se vuelve, por tanto, liturgia viva y acción sacerdotal. Una liturgia que no es hecha de ritos y de rúbricas, sino que consiste en una vida de obediencia a Dios en comunión con Cristo resucitado y comprometida en la práctica efectiva del amor.

Al recordar Ex 19,5-6, que narra la llamada de Israel a ser pueblo sacerdotal al pie del Sinaí, la primera carta de Pedro proclama la función sacerdotal de todos los bautizados, llamados a ofrecer a Dios el sacrificio espiritual de su propia existencia y de un mundo transformado por obra del Señor resucitado.