Salmo 51,12: “Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio”

Cuando pecamos entramos en un mundo de tinieblas y de muerte, porque nos apartamos de Dios. Nuestra existencia se vuelve un auténtico caos, experimentamos el desorden, la confusión, y el desconcierto total. Algo semejante a lo que narra el primer libro de la Biblia, antes del acto creador de Dios: “la tierra era caos y confusión”. Solamente Dios puede liberarnos de esta situación de oscuridad y muerte. Por eso el salmista, después de reconocer su pecado, ora con estas palabras: “crea en mi, oh Dios, un corazón limpio”. El perdón del Señor es un acto semejante al acto creador inicial, con el que Dios hizo surgir la vida, la luz, y el cosmos entero. El verbo “crear”, que utilizan tanto el Génesis como el salmista, en la Biblia se usa exclusivamente hablando de una acción divina que tiene como efecto algo nuevo y extraordinario. Así como Dios creó el cielo y la tierra, está siempre dispuesto a crear en nosotros un hombre nuevo. Su perdón es un verdadero acto creador. Nuestros egoísmos e injusticias, nuestra inmoralidad, nuestra indiferencia ante el dolor y la pobreza de los otros, y todos nuestros pecados, nos hacen caer en el caos y la muerte. Pidamos al Señor que vuelva a crear dentro de nosotros un universo nuevo, “un corazón nuevo”. El perdón de Dios es una nueva creación.