Jesús entra hoy en la ciudad santa, en medio de la muchedumbre, entre los gritos y las expectativas mesiánicas de los peregrinos que estaban en Jerusalén para la pascua. Quien cabalga sobre el borrico, cumpliendo las antiguas profecías (Zac 9,9), rodeado por el pueblo que le rinde homenaje y lo aclama, es el rey mesiánico, el rey de la paz.

El mesías pacífico y humilde anunciado por Zacarías, en contraposición con el mesías triunfal que era esperado por la mayoría del pueblo (Lc 19,11). Algunos rasgos de la narrazión, como el clima de alegría o el hecho de extender los mantos al paso de Jesús, sirven para dar a conocer su realiza, aún escondida (1Re 1,38-40; 2 Re 9,13). Es un anuncio simbólico de lo que se producirá en su resurrección, cuando Jesús se manifieste como Señor y Mesías (Hch 2).

Quizás muchos todavía esperan un triunfo mesiánico fundado en el poder político o religioso y exteriormente vistoso. Estos todavían no han comprendido a Jesús de Nazaret y su misión. El anuncia y hace presente el reino de Dios, el reino de la justicia y la misericordia, del amor sacrificado y de la entrega sin límites.

 

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